InicioDeportivoEntrevista a Yeray Álvarez: “La enfermedad fue un gran aprendizaje”

Entrevista a Yeray Álvarez: “La enfermedad fue un gran aprendizaje”

Un día antes de la Nochebuena de 2016, un 23 de diciembre, Yeray Álvarez (24-1-1995, Barakaldo) se sentaba delante del médico del Athletic, Josean Lekue, para escuchar que esas molestias que arrastraba desde hacía tiempo ya tenían diagnóstico: un cáncer testicular. La enfermedad le llegaba en pleno despegue, creciendo a mil por hora en el Athletic y en la selección sub-21. Cumpliendo sus sueños.

Los primeros momentos fueron de incredulidad, algo de miedo, pero sobre todo respeto. Y de cientos de preguntas. Yeray solo se permitió unas horas de shock. Como había hecho tantas veces en la hierba de Lezama tuvo claro el futuro: levantarse y vencer. Un lema de deportista y de vida. Rendirse no está en su diccionario.

La recuperación, después de que le extirpasen el testículo, fue rapidísima y el 4 de febrero de 2017 (Día Mundial contra el Cáncer, casualidades de la vida) volvió a ser jugador en el Camp Nou ante el FC Barcelona. Apenas unos días después el Athletic le renovaba hasta 2022. “En un plazo muy pequeño viví todo, lo malo y lo bueno, y la verdad es que me quedo con lo bueno”, contaba.

La nueva estrella de la cantera de Lezama terminó la temporada jugándolo todo y culminándola con la llamada de Albert Celades para formar parte de la selección sub-21 que iba a disputar el Europeo. Pero la maldita enfermedad le tenía reservado un partido de vuelta. En un control rutinario se desveló que el cáncer operado en diciembre se había reproducido en lo que se denomina una adenopatía y el tratamiento requería quimioterapia y unos cuantos meses, duros, de recuperación. Yeray abandonó la concentración de la sub-21 con un mensaje que a día de hoy lleva grabado: “Cuando parece que lo has tumbado se levanta y te vuelve a golpear, pero tranquilos que esta pelea la voy a ganar con toda esa gente que me apoya, y si tengo que volver a tumbarlo lo volveré a hacer y me levantaré mil y una veces”. 

Después de duras sesiones de quimio, de horas de clínica, de días de gimnasio y confidencias con Xabi Clemente, su recuperador; de jornadas de grada, de miles de mensajes y gestos de apoyo, Yeray venció y está jugando al fútbol. Con su cabellera, la que perdieron él y todos sus compañeros en un gesto enorme que dio la vuelta al mundo.

Pregunta: Ha pasado el tiempo y el fútbol vuelve a ser su vida, pero la vivencia marca para siempre. ¿Cómo le ha cambiado la enfermedad?

Respuesta: Te cambia mucho, es verdad. El fútbol y muchas cosas las dejé aparte. Me centré en pensar y en vivir momentos con la gente que quieres y con la familia. Cosas que metido en el mundo del fútbol a diario no haces o no valoras. Te das cuenta de que el mundo del fútbol que vivimos nosotros no es el de verdad y que hay gente que lo pasa realmente mal. La enfermedad ha sido un gran aprendizaje para mí. 

P: ¿Pasó muy malos momentos?

R: Lo peor fueron las horas dentro de la clínica y la semana después del tratamiento, los síntomas, el cansancio…

P: Pudo pasar muchas horas con su familia, con su novia Eneritz, con su cuadrilla de toda la vida de Barakaldo, escaparse a su pueblo, Gaztelugatxe… Cosas que el fútbol apenas le permitía… 

R: Antes no te dabas cuenta de lo que la gente te apoya y te anima, incluso gente que pasa por lo mismo. Las cosas se valoran mucho más. Desde saborear comida sin tener continuas náuseas hasta poder estar en una terraza con los amigos.

P: Valverde, su técnico por aquel entonces, y tú fuisteis los primeros en recibir la noticia en diciembre de 2016. ¿Cómo fue ese momento? 

R: Desde el principio, pese a la mala noticia, los médicos ya te dicen que las expectativas son buenas. Son momentos duros y te vienen a la cabeza muchísimas cosas. Pero siempre he sido una persona tranquila y me apoyé mucho en mi familia y mis amigos. 

P: ¿Cuál fue más dura, la primera vez o cuando estaba con la selección sub-21 el pasado verano para disputar el Europeo?

R: La primera noticia siempre es la más impactante, porque no esperas que te pueda llegar ese palo. Pero es un cáncer que se cura en un altísimo porcentaje. Sabía que con revisiones podía haber una recaída y es lo que pasó. Sabes de antemano que te vas a tratar y además es mucho mejor pasarlo siendo joven.

P: Desde el primer momento tuvo claro que bajar los brazos no era una opción. La enfermedad iguala a todas las personas, pero ¿influye el gen de deportista, el espíritu de superación y competitivo?

R: Eso va con la personalidad de cada uno y la mía va muy acorde con ello. Para mí quizás fue algo más fácil por cómo me tomo las cosas y la forma que tengo de afrontarlas. No lo definiría con la palabra miedo, pero sí mucho respeto al cáncer. No tuve miedo porque los médicos siempre fueron optimistas y estás rodeado de gente muy preparada que te convence de que se acabará curando.

P: Recibir miles y miles de mensajes de todas las partes del mundo tiene que ser una inyección increíble…

R: De todos los sitios, no solo del mundo del fútbol. Fue increíble. La gente se volcó conmigo. Esta enfermedad la sufre mucha gente y no recibe el mismo apoyo. Hablé con muchas personas que estaban como yo y asombra la fortaleza con la que lo afrontan. Se agradece mucho cuando estás en una situación así el apoyo y los mensajes de miles de personas. Es casi imposible leerlos todos.

P: Uno de los momentos inolvidables de esa travesía de Yeray sucedió en el vestuario de Lezama. La plantilla del Athletic, todos sus compañeros, se raparon el pelo por él. ¿Qué pensó cuando entró en el vestuario y se encontró a todos afeitados?

R: Ese es un momento para toda la vida, que todos tus compañeros hagan ese gesto por ti no es fácil. Les hace muy grandes porque son lo mejor. Por eso siempre digo que este no es un equipo cualquiera, somos una gran familia. 

P: Y otra vez un 4 de febrero, Día Mundial contra el Cáncer, casualidades de la vida, Yeray Álvarez volvió a jugar un partido de Liga como titular. Piel de gallina y muchas emociones por todo el camino recorrido.

R: Esto tiene que ser un ejemplo para todos. De esto se puede salir y qué mejor que demostrarlo sobre el campo. Sin duda, todo lo que me pasó me hizo crecer mucho. 

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